Don Jacobo arbitrista y todo, llegó a desesperar; se le cerraron todas las puertas, como él decía, y comprendió que necesitaba lanzarse a la revolución.
Don Jacobo tenía un compadre.
- He pensado una cosa - le dijo un día.
- ¿Cuál? - le preguntó el compadre sorprendido de que don Jacobo pensara algo.
- Lanzarme a la revolución.
- ¡Pero, compadre!..
Hubo un momento de silencio durante el cual don Jacobo escupió por el colmillo.
- ¿Lo ha pensado usted bien?
- No me queda otro recurso; ya usted lo ve, no hay destinos, nadie presta, y luego mi mujer…
- Pero, compadre - repitió don José de la Luz, que así se llamaba el interlocutor.
- Lo único que me falta es caballo y armas.
- Es decir, todo.
- Casi.
- Para pelear se necesitan armas.
- Cabal.
- ¿Y contra quién va a usted a pelear?
- Pues contra cualquiera; yo lo que necesito es la revolución…
- ¿Y la familia?
- Ahí se la dejo, compadre; no le diga nada a mi mujer hasta que yo me haya escapado; que Pedrito se haga hombre; le dice que no ande ahí con mañas, y Concha que se case.
Los dos compadres, por fin se despidieron…
José T. d e Cuéllar, Ensalada de pollos, cap. I, pp. 5,6.
Selección del texto: Claudia Olivia Ferra Rosales
concienciadiamante@yahoo.com.mx
Imagen: http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/compadre.html
Don Jacobo tenía un compadre.
- He pensado una cosa - le dijo un día.
- ¿Cuál? - le preguntó el compadre sorprendido de que don Jacobo pensara algo.
- Lanzarme a la revolución.
- ¡Pero, compadre!..
Hubo un momento de silencio durante el cual don Jacobo escupió por el colmillo.
- ¿Lo ha pensado usted bien?
- No me queda otro recurso; ya usted lo ve, no hay destinos, nadie presta, y luego mi mujer…
- Pero, compadre - repitió don José de la Luz, que así se llamaba el interlocutor.
- Lo único que me falta es caballo y armas.
- Es decir, todo.
- Casi.
- Para pelear se necesitan armas.
- Cabal.
- ¿Y contra quién va a usted a pelear?
- Pues contra cualquiera; yo lo que necesito es la revolución…
- ¿Y la familia?
- Ahí se la dejo, compadre; no le diga nada a mi mujer hasta que yo me haya escapado; que Pedrito se haga hombre; le dice que no ande ahí con mañas, y Concha que se case.
Los dos compadres, por fin se despidieron…
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José T. d e Cuéllar, Ensalada de pollos, cap. I, pp. 5,6.
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Selección del texto: Claudia Olivia Ferra Rosales
concienciadiamante@yahoo.com.mx
Imagen: http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/compadre.html