“Cuando un número importante de personas cambia su modo de pensar, la cultura lo hace también y una nueva era comienza”.
Alicia Steiner.
La bruja es una mujer con poder personal. Algunos hombres, excepcionales, los que están llenos de compasión, sabiduría y buen humor y que no están supeditados al “poder”, tienen también la capacidad de ser brujos.
Jean en su libro Las Brujas no se quejan, transmite el potencial que tenemos para cambiar el mundo. En estos momentos en los que hemos superado la revolución feminista, el péndulo está en el centro y si nos permitimos podemos llegar al equilibrio y a la fortaleza aunque seamos a la vez vulnerables.
Este biólogo desarrolló la hipótesis de que cuando una masa crítica (cantidad de integrantes de la misma especie) logra un conocimiento a través de los campos de memoria, este conocimiento se transmite de forma intuitiva al resto de esa especie. Yo infiero que este principio lo utilizan las personas y las organizaciones para lograr influir en los cambios sociales que programan. Entonces: ¿Por qué no seguir el llamado de Jean, y usarlo nosotras(os) para el logro de la Paz?
Jean nos explica que entre nosotras existe una conexión natural y por eso muchos estudios aseguran que cuando una mujer sufre de estrés y habla con otra mujer, ambas liberan hormonas de la maternidad (prolactina, oxitocina, entre otras) lo cual provoca que el estrés descienda. Si muchas mujeres estuvieran implicadas en los procesos de paz, todo sería más fácil. ¡Pero los que negocian son machos…!
La autora nos alienta a formar círculos que tengan un componente espiritual. Simplemente escuchando los problemas, anhelos y miedos de otras mujeres y contando los propios, para adquirir fuerza. Ella dice que cuando estamos sentadas en círculo y en silencio hay una conexión espiritual con poder transformador: encendemos una vela, pasamos el fuego, guardamos silencio, contamos lo que nos preocupa, reflexionamos y juntamos nuestras energías con un propósito…
Que vivan las Brujas Sabias¡¡¡
Ps: primero son los sueños